Pues a mi me encanta.
Estéticamente, la nueva Giulia es un acierto total. Los grupos ópticos delanteros, menos afilados que los de su predecesor 159, continúan confiriendo un aire de agresividad que refuerza la nueva calandra, mucho más ancha y baja que las precedentes. Las nervaduras del largo capó confluyen sobre la luna delantera, ejerciendo un intenso diálogo con las nervaduras laterales y las molduras de las puertas, donde sí apreciamos cierto continuismo respecto a la línea de los predecesores 156 y 159.
Pero donde la Giulia -a mi entender- adquiere toda su personalidad es la caída del pilar C, otorgando al conjunto una línea delicada pero contundente, hasta fusionarse con las nervaduras laterales en un maletero que recoge toda la fuerza del dibujo y la planta de esta belleza italiana.
La vista trasera de la Giulia es también espectacular. Los cuatro tubos de escape, que emiten auténtica música celestial, ejercen de puntos de fuga que atraen nuestra mirada. Pero sí bien el faldón posterior y los tubos de escape son deportividad y elegancia en su máxima expresión, ejercen un diálogo intenso con los grupos ópticos traseros y unos pasos de rueda sobredimensionados.
Por último, Alfa Romeo nos ha presentado una Giulia con unas preciosas llantas de veinte pulgadas con el dibujo característico de las flores (símbolo de identidad Alfista) que dejan ver las potentes pinzas de freno Brembo que deben tener la difícil misión de contrarrestar el corazón de esta máquina italiana.