Caza récord velocidad

Foreros presentes

Nicola Romeo

Deidad Alfista
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Desafiando los límites: buscando el 'automóvil' que supere los 1.600 km/h

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11 de abril de 2014
IBÁÑEZ @P_Ibanez_

El hombre se reta a sí mismo y desafía los límites desde siempre. Con mayor o menor interés, ahínco u obsesión persigue ser mejor, hacer más cosas, poseer más objetos, ver más lugares, llegar más lejos, o ser más rápido. Aunque quizás este afán de superación no siempre se traduce en algo útil, que signifique un progreso real para la sociedad y compense el esfuerzo.

Retarse y pretender mejorar es el primer paso para lograrlo, sin duda. Ese deseo suele motivar la investigación y el desarrollo de nuevas técnicas y tecnologías, y estimula el ingenio de científicos e ingenieros para lograr avances que pueden tener aplicaciones en múltiples ámbitos. Pero, ¿hacer que un coche supere los 1.600 km/h merece realmente la pena?

Era el año 2008 cuando aquí en Motorpasión hablamos por primera vez del Bloodhound SSC, aunque no fue hasta el 2011 cuando empezó a construirse, y en 2012 cuando se empezó a probar su sistema de propulsión. Lo de SSC es por super sonic car, coche supersónico, porque puede superar la velocidad del sonido.

Puede que estemos muy cerca de que este “coche” logre superar el récord de velocidad de un automóvil en tierra, pues su promotor Richard Noble está esperanzado de poder intentarlo en el año 2015, aunque no habría que descartar un retraso, pues ya los ha habido antes, ya que la tarea es ardua y compleja. El primer objetivo es superar los 1.367,94 km/h (850 mph) en 2015 y al siguiente año, en 2016, superar los 1.609,34 km/h (1.000 mph). Veremos qué sucede al final.

Desde el Blue Bird hasta el Thrust SSC

Desde que el hombre creó el automóvil en 1886, una de las máximas ha sido hacerlo cada vez más rápido. Aquellos primeros coches apenas alcanzaban los 20 km/h. En las primeras décadas la mejora de la velocidad fue llegando de manera natural. Fue en los años 20 cuando empezó a establecerse el concepto de récord de velocidad en tierra, de manera muy parecida a como lo planteamos hoy en día.
No marca récord la velocidad punta que se alcance en un instante, sino el promedio de dos intentos, la ida y la vuelta, en línea recta en llano, dentro de un determinado plazo de tiempo. Eran 30 minutos al principio, y hoy en día es una hora.

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Blue Bird (1937)

En 1937 se batió la marca de las 300 mph (482,80 km/h). Fue el bólido llamado Blue Bird, pilotado por Malcolm Campbell, en Utah, EE.UU., en las salinas Bonneville. En 1947 John Cobb casi alcanza las 400 mph, pero se quedó en 394 mph (634,08 km/h). Los motores de combustión de cilindros y pistones no daban ya mucho más de sí y no eran capaces de superar las 400 mph.

Es después de la segunda guerra mundial cuando se empiezan a generalizar los motores de reacción en aviación. Fue precisamente en 1947 cuando un avión superó por primera vez la barrera del sonido. De esta manera se empieza a mirar hacia ellos como sustitutos de los motores de combustión en los superbólidos de récord de velocidad, para conseguir más empuje y velocidad. Tuvieron que pasar unos años hasta que estos motores se abaratan.

En 1963 Craig Breedlove alcanza las 407 mph (655 km/h) con un motor de este tipo, poco después Tom Green llega a 413 mph (664,66 km/h) y en 1964 Art Arfons sube hasta las 434 mph (698,46 km/h). En 1965 Craig Breedlove, que no debía de andar muy contento con eso de que su récord de velocidad durara tan poco, llega a las 600 mph (965,61 km/h).

Los 60 fueron sin duda la década de la carrera espacial, y fue también la de la velocidad en un automóvil. En 1970, el año siguiente a la llegada del hombre a la Luna, Gary Gabelich, con un automóvil con motor de cohete, traspasa la línea de los 1.000 km/h al alcanzar las 622 mph (1.001,02 km/h).

En 1983 Richard Noble 1983 alcanzó un nuevo récord al lograr 633 mph (1.018,71 km/h), con el superbólido llamado Thrust 2, con un motor de reacción Rolls Royce Avon, en el desierto Black Rock, en Nevada (EE.UU.).

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Thrust SSC (1997)

En 1997 el super bólido Thrust SSC bate el récord y se convierte en el todavía a día de hoy automóvil más veloz del mundo en la historia, al alcanzar las 763 mph (1227,93 km/h). Fue el primer automóvil en superar la barrera del sonido.

Detrás de este “coche” estaban Ron Ayers, responsable de su diseño y aerodinámica, Richard Noble, y Andy Green, como piloto (y lo de piloto nunca mejor dicho). Empleaba dos motores a reacción Rolls Royce Spey, colocados uno a cada lado del morro (quien sea fan de ciertas películas de guerras galácticas, seguro que encuentra parecidos más que razonables).

Y así llegamos al Bloodhound SSC que pretende ser todavía más veloz y superar las 1.000 mph (1.609,34 km/h). Detrás de este proyecto vuelve a estar Richard Noble. La carrocería ya se ha diseñado por Ron Ayers, y aunque ha habido algunos cambios de diseño y estructrua, se están haciendo las pruebas con los motores.

Empleará un motor de reacción turbofan EJ200 (de caza), que tiene un empuje de unos 90 KN, y como no es suficiente lo combinará con cuatro motores de cohete híbridos, de combustible líquido y sólido, que aportan otros 122 KN de empuje. El motor de reacción irá arriba y debajo de él irán los cuatro motores de cohete. Estamos hablando en total de 212.000 N de empuje (y unos 135.000 caballos).

http://youtu.be/odi92UY25Zg​

Se utiliza como parte líquida el peróxido de hidrógeno, la sustancia oxidante, que al combinarse con un catalizador libera vapor de agua y oxigeno. Este oxígeno se bombea con la fuerza desarrollada por un motor de combustión Cosworth de Fórmula 1 de casi 800 CV, y provoca que se queme el combustible sólido, un compuesto a base de goma.

Patrocinando el proyecto nos encontramos a Rolls Royce, que es uno de los socios que fabrican el motor de reacción, Cisco, Cosworth y el propio gobierno de Reino Unido, entre otros.

La velocidad que se pretende alcanzar es tan alta que se necesita una “pista” lo más plana y horizontal posible de 12 millas (19,31 km) de largo. Se ha buscado una localización compatible, y parece que se ha encontrado en un desierto en sudáfrica. Para frenar tanta velocidad necesita combinar un paracaídas, aerofrenos y frenos de disco gigantes.

Con tanta masa y tanta velocidad, las ruedas de este super bólido son discos macizos de aluminio forjado. No es fácil conducirlo y la pista tiene que estar lo más limpia posible, por lo que antes de la prueba se tiene que revisar metro a metro el recorrido para evitar que haya algún cuerpo extraño (una piedra) que provoque un accidente de graves consecuencias (no sería la primera vez).

http://youtu.be/aqOVRMHI2vo​

¿Y todo esto realmente para qué?

El reto técnico, desde el punto de vista de la ingeniería, es más que destacable, es sin duda una aventura tecnológica y una inspiración para ingenieros y científicos, pero, en los tiempos que corren, en un mundo que piensa, porque lo necesita imperiosamente, en ser más sostenible y más eficiente, y donde hay que ser muy responsable gastando el dinero ¿no deberíamos pararnos a reflexionar acerca de qué utilidad tiene realmente todo esto?

El super bólido Bloodhound SSC está valorado, aproximadamente, en unos 10 millones de libras, unos 12,07 millones de euros al cambio. Es, en pocas palabras, un cohete con ruedas, de 13,47 m de largo y 7,8 toneladas. Es sorprendente, sí, pero ¿qué aplicación y beneficio aportará a la humanidad tanto tiempo y dinero empleado en este tipo de investigación?

No necesitamos un automóvil que sea en esencia todo motor y apenas habitáculo. Tampoco necesitamos un automóvil que prácticamente no puede hacer otra cosa más que ir en línea recta (su radio de giro son 120 metros). Tampoco necesitamos un automóvil que consume una cantidad de energía desproporcionada. Y no, tampoco necesitamos un coche que se desplace a más de 1.600 km/h.
¿No deberíamos dedicar el talento, inteligencia, ingenio y tiempo de los ingenieros, así como el dinero, en investigar automóviles que consuman menos, que contaminen menos, que sean más seguros, que sean más confortables, que sean realmente útiles para millones de personas? Y en cierta medida, compatible con todo esto, que sean también algo más rápidos, pero quizás podemos hablar de pasar de 120 km/h a 200 km/h, aprovechando nuevos sistemas de seguridad, o incluso la conducción autónoma, pero no a 1.600 km/h.

Ya conocemos el importantísimo efecto de la aerodinámica, y del peso, en la mejora de la eficiencia y de las prestaciones de un automóvil. Y se ensaya en cuestiones de aerodinámica en competiciones de motor todos los días. No parece que vaya a aportar mucho más. En aeronáutica, que es más bien lo que este automóvil, se trabaja incansablemente en mejoras de aerodinámica y motores para tener aviones cada vez más eficientes, pero ¿qué les aporta investigar esto en un automóvil con ruedas?

Leyendo esto alguno podría pensar que soy un negativista o un contrario al progreso, a la investigación, al desarrollo y a la innovación. Nada más lejos de la realidad. Hay que invertir dinero en ello, sin duda, por nuestro propio bienestar, pero creo sinceramente que hay que hacerlo en lo que realmente merece la pena, y no en sueños de vanidad. Tan superfluo y despilfarrador me parece construir teatros de la ópera cientomillonarios o aeropuertos fantasma, como automóviles capaces de superar la barrera del sonido.

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Vídeo | Sagaris918 (YouTube), Bloodhound (YouTube), Bloodhound (YouTube),
Foto | Colin Hawley (CC), Cmglee (CC)
Vía | Ars Technica Más información | Bloodhound SSC
 

Nicola Romeo

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[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=hnso7-Ookko[/youtube]

Un bólido supersónico busca superar
el récord de velocidad sobre ruedas en 2016

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TecnoXplora

Publicado el 17 ene. 2015
El bólido rodará en el desierto de Sudáfrica con el objetivo de superar los 1.600 kilómetros por hora.
 

Nicola Romeo

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La lucha por ser el más rápido del mundo sobre ruedas: Los inicios
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20 Febrero 2016



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DANIEL MURIAS
@DaniM_Andrade


El ser humano siempre ha querido superar los límites que la naturaleza le dio. No podemos volar como un águila ni podemos correr como un guepardo. No tenemos la libertad de movimiento que tienen los pájaros ni la potencia ni la rapidez para desplazarnos que tienen los grandes felinos. Si a eso le añadimos una curiosidad innata en nuestra especie, era inevitable que con el desarrollo tecnológico nos obsesionásemos con superar nuestros límites y el de nuestras máquinas una y otra vez.

Desde los inicios del automóvil, el hombre siempre quiso ir más rápido, ya fuese para demostrar la superioridad de su máquina, por espíritu de competición o bien por investigar y ampliar los límites de lo que somos capaces con nuestras máquinas. Ese afán de superación, de ir más lejos y más rápido es también el que ha permitido mejorar nuestros coches. Síguenos en este viaje en el tiempo y en la lucha por ser el más rápido sobre tierra.

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Jénatzy al volante de La Jamais Contente

Los récords de velocidad absolutos forman parte de la mitología del automóvil. Desde que existe siempre hubo alguien que quiso ser el más rápido. En 1899, el primer coche en superar los 100 km/h fue un coche eléctrico. Esa proeza -estamos al final del Siglo XIX- recae en "La Jamais Contente", o "la nunca satisfecha" (el automóvil en francés es de genero femenino) del belga Camille Jénatzy. Entonces ya se pensó en equipar el coche de una carrocería aerodinámica: una suerte de obús puesto sobre el chasis.

La proeza de Jénatzy (desde entonces hasta hoy los récords se miden haciendo la media de dos pasadas sobre una distancia determinada) era una respuesta al reto del conde Gaston de Chasseloup-Laubat que con su Jeantaud eléctrico había alcanzado los 63,15 km/h en 1898. Y así empezó todo.

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Henry Ford y el Ford 999

En 1902, el francés Léon Serpollet supera los 120 km/h en Niza. El movimiento ya está en marcha, los intentos de récord se multiplican en todos los sitios del mundo. El propio Henry Ford alcanza los 146 km/h en 1904 sobre el lago helado de St Clair (Detroit) con un coche de su creación, el Ford 999. Un mes después, William K. Vanderbilt alcanza los 148,5 km/h en la playa de Daytona (Florida) al volante de un Mercedes.

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Fred Marriott. 200 km/h con un coche a vapor

Fred Marriott. 200 km/h con un coche a vapor

Todo va tan deprisa que en 1906, Fred Marriott supera por primera vez los 200 km/h, también en Daytona. Su récord sería de 205,5 km/h al volante de un Stanley Steamer apodado "Rocket". No solamente Fred Marriott es el primer ser humano en romper la barrera de los 200 km/h, sino que lo hace con un coche a vapor.

Esto se pone serio

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En los albores del automovilismo, los primeros récords se hacen en carreteras, de asfalto o no, cerradas al tráfico y con toda clase de sistemas de propulsión: motores eléctricos, a vapor o de combustión interna. Sin embargo, acercarse a la barrera de los 300 km/h parece algo imposible. El francés René Thomas alcanza los 230,6 km/h con un Delage y el británico Malcolm Campbell consigue varios récords al volante de un Sunbeam de 350 CV tomado prestado. Frente al éxito del coche se decide a comprarlo y lo modifica. Este nuevo "Blue Bird", en realidad ya es el cuarto de Campbell, dispone de una zaga alargada y sobre todo de un motor V12 aeronáutico de 18,3 litros. Finalmente, en 1926 alcanza los 245 km/h.

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Campbell, que considera el Sunbeam poco competitivo, decide construir un nuevo Blue Bird. Para la mecánica seguiría fiel al 12 cilindros y a la aviación. Así, el motor sería un V12 de 450 CV fabricado por Napier Lion instalado en un chasis Vickers.

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Con los Blue Bird de Campbell, los vehículos tienen más de avión que de coche.

En 1927, en el País de Gales, Campbell logra una marca de 281,4 km/h batiendo así el récord del año anterior establecido por Parry Thomas al volante del Babs Higham Special (273,6 km/h). Parry Thomas lo vuelve a intentar en 1927, pero sufre un accidente en el intento. Thomas sería la primera víctima mortal de esta carrera para alcanzar el horizonte y la fama.

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Sólo puede quedar uno

En esa época otro piloto de competición y ex piloto de aviación militar, el británico Henry Seagrave, se propone llevar un coche más allá de las 200 mph (320 km/h). Y lo consigue con un Sunbeam, marca que Campbell había terminado por descartar. Seagrave con el Sunbeam 1000HP Mistery, apodado "The Slug" (la babosa), alcanza los 328 km/h. El modelo que, como su nombre indica desarrolla 1.000 CV, equipa dos V12 aeronáuticos con una cilindrada total de 45 litros.

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A Malcolm Campbell no le hace ninguna gracia y se propone ridiculizarlo. Para ello potencia el motor Napier Lion hasta los 875 CV y lo equipa con una carrocería más aerodinámica. En 1928, en Daytona, su Blue Bird alcanza los 332 km/h. Y los récords de velocidad se convierten en algo personal entre Campbell y Seagrave.

Henry Seagrave no se deja intimidar e imagina el Golden Arrow. El coche es bajo (1,15 m) y muy perfilado. Equipa un V12 Napier Lion de 23.948 cc que eroga casi 1.000 CV. Además de sus dos radiadores, el motor del Golden Arrow es refrigerado por hielo almacenado a bordo. En Daytona Beach, Seagrave establece un nuevo récord: 372,39 km/h.

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El Golden Arrow de Seagrave se inspira en los Blue Bird

Campbell responde con un nuevo Blue Bird animado por un motor Napier de 1.450 CV y se acerca a los 400 km/h marcando una velocidad de 396 km/h en 1931. En 1933, el Blue Bird equipa un motor Rolls-Royce de aviación de 36,5 litros y 2.300 CV. La barrera de los 400 km/h queda atrás pues su récord es de 438,39 km/h.

Campbell que no quiere que Seagrave venga a pisarle de nuevo el récord, no se queda parado y se propone superar la barrera de las 300 mph. Lo haría en 1935 con un nuevo Blue Bird (cómo no), en el lago salado de Bonneville (Utah) marcando un récord de 301,337 mph (484, 5 km/h) de velocidad media. Satisfecho, se dedicaría a los récords de velocidad sobre agua. Cuirosamente, Henry Seagrave poseía el récord de velocidad sobre agua de 1930 (158,94 km/h). Malcolm Campbell conseguiría, por su parte, cuatro récords entre 1937 y 1939.

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La última evolución del Blue Bird. Destacan las ruedas dobles en el eje trasero para tener más tracción.

Geaorge Eyston y John Cobb, con el Thunderbolt y el Railton Special, respectivamente, tomaron el relevo de la lucha entre Campbell y Seagrave. Cada uno de ellos estableció 3 récords de velocidad. A bordo de su Thunderbolt motorizado por dos Rolls-Royce de 73 litros en total, Eyston alcanza los 502 km/h en 1937 y al año siguiente los 556 km/h.

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El Thunderbolt ya tiene muy poco de coche.

Pocas semanas después, John Cobb y su Railton Special con su Napier Lion de 23 litros consiguen establecer el récord en 563,5 km/h. Pero el récord duraría poco. Al día siguiente, Eyston supera los 575 km/h. Finalmente, John Cobb lograría ganarle con 595 km/h antes de poder acreditar en 1947 unos 634,27 km/h en Bonneville con un Railton Mobil Special equipado de dos W12 que totalizaban 2.600 CV. Al igual que Malcolm Campbell, la dificultad con la que se enfrentaba era conseguir tracción. Cobb lo solucionó haciendo del Railton Mobil Special un tracción integral; cada motor animaría un solo eje.

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Carrocería aerodinámica de una sola pieza y simple chasis tubular para el Railton Mobil Special.

La Segunda Guerra Mundial supondría una pausa en esta conquista, pero volvería a cobrar fuerza con más ímpetu tras ella, como hemos visto con el récord de John Cobb de 1947. Sin embargo el récord de Cobb, cuando se logró, ya estaba condenado a ser superado. Y es que como todo gran conflicto bélico, la Segunda Guerra Mundial trajo consigo grandes avances tecnológicos. En este caso, los motores a reacción y de cohete. La tendencia iniciada de utilizar potentes motores de aviación seguiría, difuminadno todavía más la frontera entre avión y coche. Pero de eso hablaremos mañana.
 

Nicola Romeo

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La lucha por ser el más rápido del mundo sobre ruedas: La era de los aviones sin alas

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21 Febrero 2016



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DANIEL MURIAS
@DaniM_Andrade


Los inicios de esta conquista de la velocidad fueron modestos. Del coche eléctrico pasamos al de competición para terminar con vehículos motorizados con motores de avión. Tras la Segunda Guerra Mundial, la aviación militar y civil iría adoptando paulatinamente el motor a reacción, cuyo desarrollo fue impulsado por el esfuerzo de guerra nazi y británico (los padres del motor a reacción siendo el inglés Frank Whittle y el alemán Hans Joachim Pabst von Ohain). Lógicamente estos locos soñadores no tardarían en adoptar los motores a reacción para sus récords de velocidad. Pero no serían los únicos cambios.

Las sociedades occidentales cambiaron tras el conflicto mundial. Apareció una clase media, cada vez más numerosa, activa y con recursos. Eso también se vio en los récords de velocidad. Cuando antes eran nobles e industriales los que se dedicaban a esto, ahora serían pilotos nacidos en el seno de familias de clase media que conseguirían los mayores logros.

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Blue Bird Proteus CN7, se quedaría a 200 mph de lograr su objetivo



El hijo de Malcolm Campbell, Donald, siguió con la saga de los Blue Bird. El Blue Bird de Donald utilizaba un turbopropulsor Bristol Siddeley Proteus de 4.500 CV. El 17 de julio de 1964, en el lago salado Eyre (Australia), Donald Campbell establece el récord para un vehículo de 4 ruedas con 403,10 mph (648,73 km/h). Sin embargo, no está contento con el resultado pues habían diseñado el coche para poder alcanzar las 600 mph. Con ese objetivo Donald Campbell pone en marcha el desarrollo del Blue Bird Mach 1.1, un vehículo supersónico que debería alcanzar las 840 mph (1.351, 85 km/h). Todo queda en nada cuando Donald pierde la vida intentando batir el récord de velocidad sobre agua en 1967.

Ya no es cosa de aristócratas

El mejor ejemplo de los cambios que experimentó la sociedad en esa época nos lo dan dos hermanos de California, Bill y Bob Summers. El primero era camionero y el otro soldador. Los dos hermanos eran muy aficionados a construir hot-rods y solían participar en la Speed Week en el lago salado de Bonneville (Utah). Sin emabrgo, a pesar de ser muy activos en la escena hot-rod, eran unos puristas y consideraban que usar un motor de avión para logar un récord de velocidad era de un cierto modo hacer trampa. Y es que esos motores empujaban el coche pero no transmitían fuerza a las ruedas.

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Los hermanos Summers y el Goldenrod animado por cuatro V8 HEMI: packaging nivel superior.



Ni cortos ni perezos, se propusieron contruir un coche capaz de luchar por el récord de velocidad. Lo hicieron en un antiguo almacén de frutas. El coche, buatizado Goldenrod (popr el color Chevrolet con el pintaron ese misil con ruedas), equipaba 4 bloques V8 HEMI que en total erogaban 3.000 CV. Los motores estaban dispuestos en línea (los movían las ruedas delanteras y otros dos, las traseras). Con esta arquitectura, el Goldenrod tenía una superficie frontal muy baja (cuanta menos superficie frontal, más aerodinámico es un vehículo).

El 12 de novimebre de 1965, en el lago salado de Bonneville, Bob Summers consiguió superar las 400 mph con coche, en el sentido literal, equipado con motores de combustión interna y atmosféricos. Su récord, homolgado por la FIA, fue de 409,277 mph (658.67 km/h). Superó así al récord de Donald Campbell, pero también sería el último récord absoluto conseguido con motores de pistones. Su récord, en la categoría de vehículos donde las ruedas transmiten la fuerza, aguantó 42 años. Por lo demás, el cambio a los motores a reacción era inevitable.

Art Arfons creció en una familia de granjeros de Ohio. Y fue trabajando en el molino familiar que adquirió su gusto por la mecánica que aplicaría a los coches. Así, él y su hermano participaban en carreras de dragster, llegando a ganar al campeón Don Garlits "Big Daddy" a finales de los años 50. En la década de los 60, Arfons se propuso ser el más rápido sobre la tierra, ganar en competiciones ya no le motivaba.

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Art Arfons junto a su Green Monster



Construyó varios coches propulsados por motores a reacción. Todos recibían el nombre de Green Monster, pero fue con el de 1965 que el 7 de noviembre de ese año estableció un nuevo récord de 576,5 mph (927,78 km/h). Así, el primer hombre que se acercaba a la barrera de los 1.000 km/h procedía de un entorno rural. Hasta ahora, todos los que se enfrentaban a este reto habían sido miembros de familias nobles y pudientes o ex pilotos de aviación condecorados. Sin embargo, el que los puso contra las cuerdas fue el hijo de un granjero de Ohio.

Spirit of America

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Podría ser el cartel de una película, pero no. Es Craig Breedlove y el Spirit of America Sonic 1.



Como si de un guión hollywoodiense se tratase, el que lograría alcanzar las 600 mph sobre tierra (acercándose cada vez más a los 1.000 km/h), sería el hijo de unos trabajadores de la industria del cine. Craig Breedlove podría haber sido actor -tenía el look y un nombre llamativo para ello-, pero siempre le fascinó la velocidad. Tanto que compró su primer coche con 13 años y con 16 ya participaba en competiciones locales de velocidad en el desierto del Mojave. Tras el instituto, empezó a trabajar como simple técnico en el departamento de ingeniería en Douglas Aircraft y allí, el demonio de la velocidad volvió a tentarlo.

Con 22 años compró un motor a reacción en un surplus militar por 500 dólares con el único propósito de construir un vehículo capaz conseguir el récord de velocidad. Tras varios intentos, consigue apoyo financiero de grandes marcas, como Shell y GoodYear. Así, Breedlove se presenta en el lago salado de Bonneville el 1 de noviembre de 1965 con el Spirit of America Sonic 1.

Ese mismo día, Breedlove consigue un nuevo récord (407,4 mph), pero el 7 de noviembre Art Arfons se lo arrebata. Spirit of América y Green Monster equipan el mismo motor J79 que equipa los F104 Starfighter, pero Breedlove contaba un apoyo financiero muy superior al de Arfons y eso se notaba en el desarrollo del coche. Breedlove sigue subiendo el ritmo cada día que se lanza y establece un nuevo récord el 16 de noviembre: 600,601 mph (966,57 km/h).

Rompiendo la barrera del sonido

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Gary Gabelich. De administrativo a superar los 1.000 km/h.



En 1970, Gary Gabelich (un probador de módulos espaciales de la NASA que había empezado en el departamento de correos de la agencia espacial) llevaría el récord a pasar la barrera de los 1.000 km/h. Con su Blue Flame, propulsado por un motor de cohete derivado del programa espacial de la NASA, establece el nuevo récord en 1.001,667 km/h (622,287 mph) sobre la milla lanzada. Si se toma en consideración el kilómetro lanzado, Gabelich estableció el récord en 1.014,511 km/h. En una de las lanzadas, alcanzó la velocidad máxima de 1.050 km/h.

Su récord de milla lanzada se mantuvo intacto durante 13 años, cuando el piloto británico Richard Noble alcanzaría los 1.019,25 km/h a los mandos del Thrust 2. Cuando tenía 6 años, Richard Noble vio cómo preparaban el barco de John Cobb en el lago Ness antes de realizar un intento de récord de velocidad. A partir de ahí decidió que él también lograría un récord de velocidad.

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Richard Noble y el exraño Thrust 2.



En 1974, Noble terminó la fabricación y el desarrollo del Thrust 1, un vehículo diseñado por él mismo. En 1977, durante unas pruebas en un aeródromo de la RAF, se sale de pista y estrella el Thrust1. Vende lo que queda del coche a un chatarrero por 175 libras esterlinas. Con ese dinero y una campaña de captación de fondos en el Salón del Automóvil de Londres de 1977, compra un motor a reacción Rolls-Royce Avon y así empezó el desarrollo del Thrust 2.

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Hoy, el récord absoluto está en manos del ex piloto de la RAF Andy Green, quién alcanzó la escalofriante velocidad media de Mach 1,02 (1.233,704 km/h) en el desierto de Nevada, en 1997. Como curiosidad, fue también él quien batió el récord del kilómetro lanzado (marcando una media de 1.229,051 km/h), según las normas de la FIA, del Blue Flame. A destacar que en la última pasada llegó a alcanzar en punta los 1.240 km/h.

El Thrust SSC utiliza dos Rolls-Royce Spey turbofan que combinados generan un empuje de 50.000 libras (22.679 kg). El Thrust SSC quemaba 5 galones (18,9 litros) de combustible cada segundo. Andy Green logró romper la barrera del sonido sobre tierra el 15 de octubre de 1997, 50 años y un día después de que Charles 'Chuck' Yeager lo hiciera por primera vez en los aires a los mandos del Bell X-1.

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Andy Green y su 'caza' sin alas, el Thrust SSC.



Claro que la cosa no termina aquí. Esta conquista de la velocidad no terminará nunca. Ahora, dos equipos se han propuesto superar la barrera simbólica de las 1.000 mph, es decir, rodar a más de Mach 1,3. Un equipo es australiano, con el proyecto Aussi Invader 5R, y el otro es británico, con el Bloundhound SSC pilotado por Andy Green. Te lo contaremos en la siguiente y última entrega de este especial.
 

Nicola Romeo

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La lucha por ser el más rápido del mundo sobre ruedas: ¿Y ahora qué?

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22 Febrero 2016



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DANIEL MURIAS
@DaniM_Andrade


Ahora que la barrera del sonido ya ha sido superada no pensarás que todo queda ahí. Actualmente ya son tres los equipos que se preparan para establecer un nuevo récord de velocidad. Un equipo norteamericano, uno británico y otro australiano se preparan para batir un nuevo récord de velocidad sobre tierra.

El equipo norteamericano, compuesto por estadounidenses y canadienses, lo hará con el North American Eagle, mientras que los británicos con el ya famoso Bloodhound SSC y los australianos con el Aussie Invader 5R. Sin embargo, sólo dos de ellos se han propuesto un hito todavía mayor, superar la barrera de las 1.000 mph (1.600 km/h).

North American Eagle

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Las ambiciones del equipo del North American Eagle (EE.UU. y Canadá) son más modestas. Se preparan para batir el récord absoluto de Andy Green (763 mph), pero sin la pretensión de superar las 1.000 mph. Su proyecto es más pragmático y más barato, pues consiste grosso modo en un caza F-104 sin alas y mejorado (motor General Electric LM - 1500 Turbojet de 52.000 CV).

La idea inicial de este proyecto partió de Ed Shadle, un piloto de coches y motos amateur decidió batir el récord de velocidad a sus 70 años. Para ello compró un viejo Lockheed F-104 Starfighter por 25.000 dólares y que fue acondicionando en su garaje para convertirlo en un coche de récord.

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Y Ed está convencido que o logrará, pues ha descubierto que el número de su F-104, cuando servía en la base de Edwards (California), era el 763. Casualmente, es el récord actual de Andy Green (763 mph).

Junto a Ed Shable, Jessi Combs también pilotará el North Amerucan Eagle. La presentadora y petrolhead ya tiene el récord de la mujer más rápida del mundo. A los mandos del North American Eagle obtuvo una media de 393.954 mph (632 km/h).

Actualmente, el coche sigue en fase de pruebas subiendo cada vez más el listón de la velocidad registrada; ya han superado las 512 mph.

Aussie Invader 5R

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El Aussie Invader es el proyecto personal de Rosco McGlashan, el australiano más rápido del mundo. Como muchos otros, esa obsesión por ser el más rápido le viene de muy atrás. Rosco tenía 12 años cuando Donald Campbell visitó Australia con el Blue Bird CN7 en su intento de récord de velocidad. El récord de Campbell (403 mph) le impactó tanto que decidió dedicar su vida a ser el más rápido del mundo.

Poco a poco se hizo un hueco en las competiciones de dragster y vivió de ello durante muchos años. Eso le permitió ir adquiriendo notoriedad con cada nueva máquina y récord loco que se proponía. Entre sus creaciones está una motor con motor V8, un kart propulsado por cohete (con récord del mundo para el kart más rápido) y una serie de coches propulsados por cohete.

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En 1993, Rosco y su equipo de 25 voluntarios, fabricaron el Aussie Invader II con el objetivo de batir el récord de velocidad australiano establecido por Donald Campbell en 1964. El Aussie Invader II equipaba un reactor de Mirage con una potencia de 36.000 CV. En una pasada alcanzó las 450 mph, pero el mal tiempo le impidió realizar otra pasada por lo que el récord no se pudo contabilizar. Al año siguiente, con una versión mejorada, lograría un récord de 500 mph. Con este éxito, se propuso superar el récord de Richard Noble, pero el equipo de Andy Green con el Thrust SSC rompió la barrera del sonido y truncó sus ambiciones.

Quizá por eso ahora se apuntado también a intentar superar las 1.000 mph. El Aussie Invader 5R es, simplificando, un cohete con ruedas. Mide 16 m de largo y pesa 9,3 toneladas con los depósitos llenos. El motor quemará 2,8 toneladas de carburante (una mezcla de peroxido de hidrógeno y keroseno) en 20 segundos. El equipo calcula que la velocidad máxima será de 1.050 mph, es decir, 1.689 km/h o Mach 1,3. Con una potencia máxima estimada de 200.000 CV (28.100 kg de empuje) es el más potente de los dos pretendientes a superar las 1.000 mph.

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Actualmente, el Aussie Invader está todavía en fase de construcción y desarrollo, pero lo importante es que siguen adelante. De todos modos, a este nivel es mejor ir desapcio y seguro en el desarrollo que precipitarse.

Bloodhound SSC

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El objetivo del proyecto Bloodhound SSC, dirigido por el propio Richard Noble y con Andy Green como piloto, es superar la barrera psicológica de las 1.000 mph (1.600 km/h), aunque inicialmente sólo era pasar de las 800 mph para batir un nuevo récord. Para ello, el coche pilotado por Andy Green contará con la propulsión de un motor a reacción (Rolls-Royce Eurojet EJ200 que tomaron prestado de un Eurofighter Typhoon) y de un motor de cohete diseñado ex profeso para el Bloodhound SSC.

A este nivel, las dificultades técnicas no se centran sólo en el coche (aerodinamismo, ruedas, motores, etc) sino también en el lugar escogido para intentarlo. Sencillamente, no había ningún sitio en el planeta apto para ello por lo que han optado por acondicionar la "paella" de Hakskeenpan, al este de Sudáfrica y a pocos minutos de Namibia.

El Hakskeenpan, fue elegido tras comprobar más de 20.000 sitios posibles vía imágenes satélites. Aún así, el sitio no es precisamente perfecto. El equipo emplea 317 personas para el acondicionamiento del sitio. Lo que ha implicado remover más de 18.000 toneladas de rocas y tierra durante 120 días.

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El coche, que mide 13,47 metros de largo por 3,66 metros de ancho pesa 7,8 toneladas. Con una potencia total estimada de 136.000 CV (212 kN o 23.000 kp), el Bloodhound SSC debería tardar 3,6 segundos en recorrer una milla (1,6 km) cuando estén a pleno gas. Antes de eso, tiene una distancia de 9 km para ir acelerando. El equipo calcula que tardará tan sólo 55 segundos para alcanzar las 1.000 mph.

A esa velocidad, uno de los puntos más cruciales en los dos pretendientes al club de las 1.000 mph (además de conseguir un apoyo aerodinámico bestial para que no despeguen en el intento) es conseguir unas ruedas capaces de soportar una velocidad de rotación extraordinaria. Ningún neumático podría soportar tal fricción, velocidad de giro y temperatura.

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=jcUD_xGOpro[/youtube]​

Aussie Invader y Bloodhound SSC emplearán ruedas de aluminio forjadas a partir de un bloque de aleación especial, diferente en los dos coches. Y es que, en el caso del Blodhound SSC, las ruedas tendrán que soportar una aceleracón de 50.000 g cuando giren a 10.200 rpm. Cuando alcance la velocidad máxima, cada rueda girará 170 veces en un sólo segundo.

La construcción del Bloodhound SSC finalizó en septiembre de 2015, así como el acondicionamiento del Hakskeenpan. A lo largo de este año se efectuarán las primeras pruebas en aeródromos del Reino Unido (seguramente de la RAF), mientras que las primeras pruebas a gran velocidad se harán en Sudáfrica en 2017. Se harán de forma paulatina, el primer objetivo en 2017 será acreditar una velocidad media de 800 mph.
 

Nicola Romeo

Deidad Alfista
Usuario Premium

Sólo tiene 660 cc, pero el S-Dream es el Honda más rápido del mundo con 421,45 km/h

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22 Septiembre 2016



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JESÚS MARTÍN
@JesusMartin626


Quizá en la Fórmula 1 no se estén comiendo un colín últimamente, pero en Honda saben hacer las cosas bien (además de levantar polémica con el nuevo Honda Civic 2017). Esta vez se han ido hasta las llanuras saladas de Bonneville para meterse en la lucha obsesiva por los récords de velocidad, y lo ha hecho muy bien. Con 421,446 km/h es el coche más rápido de la categoría A, grupo 1, clase 4 de velocidad y el coche de Honda más rápido de toda la historia.

Esta magnífica velocidad se ha conseguido con un pequeño motor tomado de un pequeño deportivo biplaza que no se vende en nuestro país, el Honda S660. El propulsor original de 0.66 litros de tres cilindros turboalimentado capaz de producir 64 CV se ha modificado en profundidad para adaptarlo a su nueva misión: el Récord Mundial de la FIA.

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Cilindros, pistones, cigüeñal, válvulas, cárteres, bielas... todo se ha sustituido por material de altas prestaciones colocando ahora su cifra de potencia máxima en más del triple de la original.

La estilizada silueta de este coche sigue las pautas del resto de streamliner que buscan convertirse en los más rápidos de sus respectivas categorías. Es muy bajo y estrecho, pero enormemente largo. El diseño inicial del habitáculo tuvo que ser modificado 10 días antes de lograr la marca después de que el piloto se quejase de falta de visibilidad en los ensayos previos.

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Con este nuevo récord el "pequeño" S-Dream le ha arrebatado así la marca como el Honda más rápido del planeta a un ilustre antecesor, el BAR Honda F1 modificado que en 2006 alcanzó en este mismo escenario los 397 km/h.

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