Me pre-jubilé a partir del 2008 (a medio gas) para ya dejar el trabajo el 2010 y cobrar mi primera pensión el 2011.
Creo que tuve la suerte de coger el momento antes de la hecatombe. Ahora lo ex-compañeros jóvenes están sufriendo mucho y padecen lo que se llama el síndrome del "burn-out" (estar quemado, pero quemados... quemados).
Eso de las jubilaciones doradas es como una especie de mito urbano. Confiemos en que la pensión podamos seguir cobrándola y no tengamos que quemar los ahorros de una vida de trabajo en poco tiempo. Tal como van las cosas, miedo me da que van a "limarlas".
Por suerte, el poder acceder a una vivienda -en su momento- nos ha dado a la generación de los años 50 y 60 un plus de resistencia. Sólo faltaría tener que pagar alquiler y tener que mudarte de vivienda cada 4 años. Esos han sido los verdaderos ahorros.
Los fondos de inversión (por la Covid-19) han perdido el 40% de su valor, de momento.
Pero si todo falla, siempre quedará el 159 para consolarme, aunque sólo sea contemplando su belleza.
Aquí, frente a un restaurante donde cenamos el pasado 23 de setiembre para celebrar el 46 aniversario de bodas.
Saludos