Una gran ventaja de Alfa es que los frontales de sus coches, al contrario de los de otras marcas, están perfectamente definidos por su personalísimo y exclusivo trilóbulo, excelentemente puesto al día por da Silva en el 156.
Cosa distinta es el lateral y, sobre todo, la trasera. El lateral del proto iba más por la línea barchetta que por la coca-cola o, como yo prefiero llamarla, Cisitalia Pininfarina. A ver. Y la trasera, jugando con unos faros led estrechos, quizá con un pequeño círculo al extremo como guiño al actual Giulietta y a otros clásicos de la marca, el logo y los planos de la carrocería, seguro que se puede apañar bonita, como lo era la maciza del 147, por ejemplo.
Cosa distinta es Lancia, donde imagino perfectamente un Delta con perfil en cuña, con un gran pilar C y planos de carrocería relativamente planos, pero no tanto el frontal, menos definido que el de AR y que, como apunto nuestro buen corresponsal
@enguidanos podría estar a medio camino entre los del Volvo y los de Mazda; esto es, una enorme boca rectangular apuntada en su parte inferior (supongo) quizá inspirada en la de los Delta 2/Dedra y Lybra, pero sin tradición en una marca que la rompió cuando rediseñó el Appia y que ha pasado por casi todo, incluyendo las calandras rectangulares como la de todas las marcas de la época del Delta 1.