No estoy de acuerdo. Ante todo el "
mal" que citas sería en todo caso de Alfa, no de la industria italiana que, encabezada por Fiat, siempre fue muy cautelosa a la hora de introducir novedades y prefirió decantarse por lo
viejo conocido...
En segundo lugar, si nos centramos en Alfa eso que para ti es un error para muchos es la auténtica razón de ser de la marca: ¿qué mérito tiene fabricar un coche como los demás? ¿qué va hacer que un cliente se decante por Alfa y no por otra marca que le ofrece lo mismo? Es cierto que con la orientación histórica de Alfa se limita el número de unidades vendidas, lógico: se genera un producto de nicho, destinado a un publico concreto (el
alfista) que espera de ese producto unas características muy definidas. El resto de compradores o ignoran o no valoran esas características y normalmente no compran. Pero vender relativamente pocas unidades nunca ha sido motivo de drama: ahora por fin lo reconocen hasta desde Stellantis. Se trata de optimizar los proyectos de base y de equilibrar las capacidades productivas, nada más...
Precisamente esto último y fidelizar al cliente ofreciéndole servicio, continuidad de producto y mejora permanente es lo que le ha faltado a Alfa y ha sido su gran error, especialmente en las últimas décadas...
Saludos
De acuerdo.
Pero fíjate que. en general, a las empresas conservadoras dela automóvil siempre les ha ido relativamente mejor que a las innovadoras. O, por mejor decir, a aquellas orientadas al mercado que a las orientadas a la tecnología.
A Fiat le fue muy bien durante los años 50 y 60. Es cierto que fabricaba en mercados cerrados. Su modelo estrella aquellos años, el 600, se fabricaba en Italia, donde no tenía apenas competencia interna, España, Alemania, Yugoslavia, Argentina,.... Unas 400.000 unidades en sus mejores años, la mitad de la producción de Fiat, que lo acompañaba de los 500, 1100/1200 y los 1400/1900 y sus sustitutos. Un producto muy orientado al mercado: coche mínimo, fácil de conducir, muy barato, pero capaz de transportar a cuatro personas con algo de equipaje a cruceros de 80-90. ¿Innovaciones? Pocas. Si acaso, la espina del monocasco, que luego se populariza. Y "moderneces" como el cambio de cuatro velocidades, levas en culata de aluminio, calefacción o suspensión independiente.
Y como a Fiat, a Ford con cosas como los Anglia y los Escort, a Opel con sus Kadett, o a Renault con sus "todo atrás" y sus peculiares ejes traseros, hasta la llegada del R4. Y no digamos a VW con el Escarabajo (1.000.000 de unidades durante todos los años 60) hasta que la cosa no da más de sí.
Miremos a los innovadores.
Citroën, con su 2CV (y derivados) y su DS, ambos de tracción delantera, perdiendo dinero a espuertas. O Morris y Austin, que iban más o menos bien con sus Minor, Oxford, Cambridge y A30, 50, 90.... hasta que a Issigonis se le ocurre proponer el Mini y, sin mediar estudio de mercado previo alguno, le dicen que sí, que lo produzca. El coche, que hoy se ve innovador, fue una fuente de quebraderos de cabeza: era carísimo de construir (con su compleja piñonería y unas juntas homocinéticas que eran carísmas) unas 500 libras cada unidad por las 280 que costaba un 600, por ejemplo. Es un problema que padeció toda la serie transversal, como los 1100 y los desdichados 1800/Maxi. Todos se vendían por debajo de precio de coste. Para colmo, el Mini tuvo infinidad de enfermedades infantiles: hubo que parar la producción siete veces por problemas de estanqueidad, la lluvia comprometía la distribución y el coche se calentaba (dejó de fabricarse con ese problema). Las ventas, previstas en 300.000, fueron de 17.000 unidades en el 59, 60.000 en el 60 y 100.000 en el 61 para despegar a partir de ahí como segundo coche para ricos y no como primero para pobres. Y es que los pobres preferían el Anglia, que costaba lo mismo y era "más coche".
Podemos decir lo mismo de Lancia, con sus bóxer delantera (y absorbida por Fiat en el 69) o la propia Alfa, que iba muy bien con el Giulia hasta que se empezó a liar con los Alfasud y Alfetta, con tecnologías muy avanzadas pero no siempre bien industrializadas. Y quizá innecesarias de cara al cliente, como demostrará BMW.
Fiat, Autobianchi aparte, entra en la modernidad con el 128: motores con árboles en culata, disposición Giaccosa, etc. Y luego el 127. Pero, ay!, tecnología al día pero carrocerías que, en pocos años quedan obsoletas. Y ya sin aranceles. El 128 canibaliza al 124 (ofrece lo mismo en menos tamaño y por menos dinero) pero la llegada del Golf, Kadett, Escort 2, etc. con su polivalencia ajustada a la demanda de los consumidores, le complica las cosas. Y hay que sacar el Ritmo, aprovechando toda a la mecánica y cubriéndola con una carrocería e interiores tan peculiares que deben modificarse a los pocos años. Sucede lo mismo con el 127. El R5, que aprovecha la plataforma del R4 y R6, aparece con motor longitudinal -y metido en el habitáculo- pero con sus paragolpes de resina, su portón y su aire futurista. Y llegarán luego el Polo, el Fiesta (con sus viejos motores Kent y su eje rígido, pero tan mono y aparente). Y Fiat tiene que sacar un 123 3P sobre la marcha que nunca queda demasiado logrado, e ir modernizando el coche en 1975, 1977, 1980... mientras R5 , Fiesta y Polo aguantan como si nada...
Fiat da un golpe de mano con el Panda, Uno, Tipo,... Todo es moderno y a la par, ajustado a las demandas del mercado. Pero dura lo que duran estos. Y hasta hoy.
En el caso de Alfa, y mas allá de los problemas de marca, podemos preguntarnos si los recursos tecnológicos de Giorgio le han servido para algo. ¿Los valora el gran público? ¿La han sacado de números rojos? En cambio, ahí están los 145/155 con plataforma Tipo, o los 147/156 delantera transversal, que se vendieron bien y con rentabilidad.