Buenas, voy a abrir este hilo aprovechando los ratos libres y muertos que nos permite la desgraciada situación actual. Empezaré por el principio:
5 de Septiembre de 2017: Mientras estoy trabajando en mi nuevo destino, le comento a un compañero que se me ha jodido el elevalunas derecho de mi 156, y me comenta que un buen amigo suyo es dueño de un desguace, así que me propone que vayamos juntos y seguro que me hace precio, nada más entrar al desguace veo esto:

Inmediatamente me olvido del elevalunas del 156 y le digo al dueño que quiero comprarle ese coche, de primeras me dice que no, le insisto un poco y me dice que si lo quiero me lo vende sin documentación y sin número de chasis. Yo le digo que no, que lo que quiero es devolverlo a la carretera y me dice que se lo pensará... Entre tanto me acerco a ver el coche más de cerca:


Me voy a casa unos días a consultarlo con la almohada, y vuelvo a la semana siguiente, y le pido al dueño que me lo baje del contenedor para examinarlo más de cerca, y sobre todo, para examinar los bajos y el chasis, cuando está suspendido en el aire por el toro mecánico me meto debajo y buenas noticias, los bajos están sanos, no hay óxido ni signos de golpes, incluso tiene un enorme cubrecarter artesanal hecho con una plancha metálica, desgraciadamente, de la carrocería, no se puede decir lo mismo, especialmente de la parte izquierda:





Bien, como se puede ver el estado de la parte izquierda y techo es desastroso, pero yo ya había hecho mis deberes, y había encontrado un donante en Málaga que me proporcionaría el techo, maletero, capó y aleta trasera izquierda, desafortunadamente las aletas delanteras ya las habían vendido. Llegados a este punto, evidentemente, era para pensárselo, el coche tenía varias cosas buenas: estaba dado de baja definitiva en el año 2000 y tenía toda la documentación del coche, lo cual facilitaba mucho las cosas a la hora de rehabilitarlo, estaba prácticamente completo, y otras dos tonterías pero que me hacían ilusión: alerón Zender, techo solar y matrícula de Granada.
Cosas malas: tenía mucho, pero que mucho trabajo para devolverle la vida.
Me tomé un mes entero meditando si merecía la pena rescatarlo o no. No era una decisión fácil, y a finales de octubre, con más corazón que cabeza, me eché para delante.
5 de Septiembre de 2017: Mientras estoy trabajando en mi nuevo destino, le comento a un compañero que se me ha jodido el elevalunas derecho de mi 156, y me comenta que un buen amigo suyo es dueño de un desguace, así que me propone que vayamos juntos y seguro que me hace precio, nada más entrar al desguace veo esto:

Inmediatamente me olvido del elevalunas del 156 y le digo al dueño que quiero comprarle ese coche, de primeras me dice que no, le insisto un poco y me dice que si lo quiero me lo vende sin documentación y sin número de chasis. Yo le digo que no, que lo que quiero es devolverlo a la carretera y me dice que se lo pensará... Entre tanto me acerco a ver el coche más de cerca:


Me voy a casa unos días a consultarlo con la almohada, y vuelvo a la semana siguiente, y le pido al dueño que me lo baje del contenedor para examinarlo más de cerca, y sobre todo, para examinar los bajos y el chasis, cuando está suspendido en el aire por el toro mecánico me meto debajo y buenas noticias, los bajos están sanos, no hay óxido ni signos de golpes, incluso tiene un enorme cubrecarter artesanal hecho con una plancha metálica, desgraciadamente, de la carrocería, no se puede decir lo mismo, especialmente de la parte izquierda:





Bien, como se puede ver el estado de la parte izquierda y techo es desastroso, pero yo ya había hecho mis deberes, y había encontrado un donante en Málaga que me proporcionaría el techo, maletero, capó y aleta trasera izquierda, desafortunadamente las aletas delanteras ya las habían vendido. Llegados a este punto, evidentemente, era para pensárselo, el coche tenía varias cosas buenas: estaba dado de baja definitiva en el año 2000 y tenía toda la documentación del coche, lo cual facilitaba mucho las cosas a la hora de rehabilitarlo, estaba prácticamente completo, y otras dos tonterías pero que me hacían ilusión: alerón Zender, techo solar y matrícula de Granada.
Cosas malas: tenía mucho, pero que mucho trabajo para devolverle la vida.
Me tomé un mes entero meditando si merecía la pena rescatarlo o no. No era una decisión fácil, y a finales de octubre, con más corazón que cabeza, me eché para delante.
Última edición: