El BMW me parece horroroso. Y no es cuestión de acostumbrarse. Que cada vez que veo el serie 2 se me enrojecen los ojos. Y ya lleva años en el mercado.
Me parece que BMW ha perdido el Norte. Siquiera para los clientes europeos. A los chinos o árabes quizá les encante ese estilo, lleno de pliegues, plásticos y trazos caprichosos. Claro, que de alguna manera hay que disimular la orgía de chapa que suponen esos tamaños de coche.
Leía hoy en un dominical al diseñador jefe de VW que la gente empieza a estar harta de los coches agresivos, enfadados, con diseños transformer. Y que ellos vuelven a lo clásico, lo sencillo, con el ID For2 o como se llame (el que se parece al Golf).
Pues eso. Como sucede siempre, al barroco le sucede el clasicismo. Al igual que a las camisas de chorreras y cuello-servilleta le sucedió la sencillez de Armani o a las minifaldas las maxifaldas. Y con el diseño automovilístico, lo mismo. Al igual que pasamos del Cadillac del 59 al Continental del 61, el EQ ya apunta maneras. Y me da que el BMW sale algo fuera de onda. Claro que China y Oriente Medio mandan. Pero.