Este fin de semana quedé con unos amigos para hacer una ruta turística. Parte del trayecto transcurría por una carretera comarcal con curvas y al lado de un pantano. Precioso. Yo iba detrás de otro coche que no iba demasiado lento y me permitía conducir un poco más confiado sin mucho miedo por quien pudiera salir de frente de detrás de las curvas. Así que iba disfrutando en modo D y tirando de levas en las reducciones (hace más de dos años que tengo el coche y me sigue emocionando como al principio). El motor se revolucionaba en las frenadas y luego salía con fuerza, aunque admito que era "más ruido que nueces". Así que mi mujer y mi hijo (pequeño) me lo permitían.
Al día siguiente, en casa, me llama mi mujer:
- "¡Ven, mira que dice tu hijo! "
- "¿Que quieres, hijo?"
- "Papá, de mayor no quiero tener un coche eléctrico"
- "Tranquilo hijo, si no quieres no tendrás un coche eléctrico".
Al día siguiente, en casa, me llama mi mujer:
- "¡Ven, mira que dice tu hijo! "
- "¿Que quieres, hijo?"
- "Papá, de mayor no quiero tener un coche eléctrico"
- "Tranquilo hijo, si no quieres no tendrás un coche eléctrico".