Bueno: como no tengo mucho mas que hacer (coronabicho y tal), os voy contando como ha sido hasta ahora la curva de aprendizaje con el GTV:
Los primeros días estaba muy contenido con el acelerador. Llevaba tiempo sin conducir ningún coche de estas características y no quise "lanzarme" con el pedal a fondo hasta que me familiarizara con dirección, freno y "sensaciones" (suelo ir muy pendiente de la espalda al conducir. Me dice mucho sobre la estabilidad del coche en curva). Vivo en un pueblecito de la pre-montaña Leonesa y aqui las carreteras son muy divertidas, pero el asfalto es un contínuo bacheado, con lo que darle "cera" al coche sin conocer los baches puede acabar en rascada de bajos... o algo peor.
Es curioso: En esos primeros dias salia del coche con el ánimo cambiado: con los sentidos aguzados y en alerta. Supongo que es producto de las sensaciones que provoca el estar tan cerca del asfalto y la reducida visibilidad que proporciona el GTV a otra cosa que no sea la carretera. Eso y el sonido del motor, claro
Ya una vez mas habituado a la conducción, empecé a "jugar" con el coche: mas velocidad en curva, mejor domínio del cambio y frenos... La verdad es que los frenos me han costado un poco: llevo casi una década con Renault y el recorrido del pedal es mucho mas corto que el GTV, asi que he tenido que "resetear" mi cerebro para adaptarme al coche. (Después, al conducir la scenic de nuevo, he tenido que volver a remodelar mi cabeza porque tomaba las curvas como si llevara el GTV... y a media curva notaba como el coche se quejaba y retorcía, diciéndome: "!Que yo estoy diseñado para otras cosas, tolay!. No me pidas lo que no te puedo dar!"
En fin, que me pierdo en otras cosas: La gran prueba llegó pocos días antes del "quedateencasa": Viaje imprevisto a Valencia por temas familiares. Aqui es cuando realmente me tiro unas cuantas horas en el coche y empiezo a calibrar de verdad como es mi fierecilla: ágil y seguro en las curvas, potente en la frenada, veloz como el viento... y cegato: se ve muy poco de noche con las cortas. MUY POCO. Tengo que mirar si realmente me funciona bien el reglaje eléctrico de los faros, porque aunque se escucha el motorcillo al accionar la ruleta, no aprecio diferencia en el campo de visión que me ofrece.
El trayecto de ida lo hice con mucho tráfico, y después de noche no quise excederme con la velocidad porque no veía bastante.
A la vuelta cambió la cosa: Todo el día soleado y a mi disposición para hacer el viaje. Salí después de rellenar el cárter (chupa aceite el amigo) y enfilé la A3 con un tráfico que fué menguando bastante unos 30km después de salir de Valencia, dejándome "via libre" para experimentar lo que aún no le había pedido al coche. Las curvas entre Buñol y Requena ya empecé a tomarlas con otra dinámica, y el "Pequeñín" se comportó tal y como esperaba: como si fuera por rieles. Ni un mal gesto, ni un "!Huyuyuy!", ni un desplazamiento raro... Cada vez mas rápido, con el motor rugiendo y llegando a esa extraña sensación de acabarse muy pronto las rectas... Pensaba que con la edad y los kilómetros que tiene el coche (310.000) estária falto de facultades. Ya cuando lo compré mi idea era que le faltaría mucho brío por el desgaste y que no podría "apretarle" sin comprometer estabilidad o mecánica, teniendo un coche mas aparente que otra cosa, pero me equivoqué: El muy cabrón rodaba a velocidades altas sin mas problema que los insectos que empezaron a dejar tupido el parabrisas.
Paré a repostar y a limpiar el parabrisas, y volví presto a conduc... a pilotar camino de Madrid. Las largas rectas de La Mancha me mostraron en el velocímetro cifras que, con sinceridad: no esperaba ver.
Llegué a las cercanías de Madrid a "fuego". El tráfico se fué haciendo mas denso y mi buen juicio volvió para llevarme de nuevo por la senda de los conductores responsables. En la M-50 y después en la A-6 el tráfico era fluído pero denso, y no daba pié a grandes alardes, asi que al llegar a Guadarrama se me planteó la duda: ¿Tunel o puerto?... Y ganó el puerto.
Wow! Los km recorridos estaban haciendo efecto en mis dormidos conocimientos de conducción, despertando los reflejos y las técnicas que no usaba desde hacía años. Nunca crucé el puerto tan rápido, tanto porque no pillé ningún camión, como porque iba con una máquina que desplegaba una seguridad en las curvas pasmosa. Yo que antes veía los radares de ese tramo y me reía al pensar: ¿Pero quien va a correr por aqui tanto como para no ver el radar?. Ahora entiendo mucho mas...
El resto del viaje ya lo hice mas relajado. El cansancio producido por la concentración empezó a hacer mella, y no tenía necesidad de llegar a una hora determinada, asi que me dediqué a disfrutar de la ruta con la satisfacción de encontrarme a los mandos de un pequeño dragón que, aunque viejo, todavía sabe echar fuego por la boca y volar sobre la tierra como hace dos décadas.
Ahora lo tengo durmiendo (como todos, supongo) en este "reposo del guerrero". Tiempo habrá de "volver a la carretera, en busca de aventuras"
Los primeros días estaba muy contenido con el acelerador. Llevaba tiempo sin conducir ningún coche de estas características y no quise "lanzarme" con el pedal a fondo hasta que me familiarizara con dirección, freno y "sensaciones" (suelo ir muy pendiente de la espalda al conducir. Me dice mucho sobre la estabilidad del coche en curva). Vivo en un pueblecito de la pre-montaña Leonesa y aqui las carreteras son muy divertidas, pero el asfalto es un contínuo bacheado, con lo que darle "cera" al coche sin conocer los baches puede acabar en rascada de bajos... o algo peor.
Es curioso: En esos primeros dias salia del coche con el ánimo cambiado: con los sentidos aguzados y en alerta. Supongo que es producto de las sensaciones que provoca el estar tan cerca del asfalto y la reducida visibilidad que proporciona el GTV a otra cosa que no sea la carretera. Eso y el sonido del motor, claro
Ya una vez mas habituado a la conducción, empecé a "jugar" con el coche: mas velocidad en curva, mejor domínio del cambio y frenos... La verdad es que los frenos me han costado un poco: llevo casi una década con Renault y el recorrido del pedal es mucho mas corto que el GTV, asi que he tenido que "resetear" mi cerebro para adaptarme al coche. (Después, al conducir la scenic de nuevo, he tenido que volver a remodelar mi cabeza porque tomaba las curvas como si llevara el GTV... y a media curva notaba como el coche se quejaba y retorcía, diciéndome: "!Que yo estoy diseñado para otras cosas, tolay!. No me pidas lo que no te puedo dar!"
En fin, que me pierdo en otras cosas: La gran prueba llegó pocos días antes del "quedateencasa": Viaje imprevisto a Valencia por temas familiares. Aqui es cuando realmente me tiro unas cuantas horas en el coche y empiezo a calibrar de verdad como es mi fierecilla: ágil y seguro en las curvas, potente en la frenada, veloz como el viento... y cegato: se ve muy poco de noche con las cortas. MUY POCO. Tengo que mirar si realmente me funciona bien el reglaje eléctrico de los faros, porque aunque se escucha el motorcillo al accionar la ruleta, no aprecio diferencia en el campo de visión que me ofrece.
El trayecto de ida lo hice con mucho tráfico, y después de noche no quise excederme con la velocidad porque no veía bastante.
A la vuelta cambió la cosa: Todo el día soleado y a mi disposición para hacer el viaje. Salí después de rellenar el cárter (chupa aceite el amigo) y enfilé la A3 con un tráfico que fué menguando bastante unos 30km después de salir de Valencia, dejándome "via libre" para experimentar lo que aún no le había pedido al coche. Las curvas entre Buñol y Requena ya empecé a tomarlas con otra dinámica, y el "Pequeñín" se comportó tal y como esperaba: como si fuera por rieles. Ni un mal gesto, ni un "!Huyuyuy!", ni un desplazamiento raro... Cada vez mas rápido, con el motor rugiendo y llegando a esa extraña sensación de acabarse muy pronto las rectas... Pensaba que con la edad y los kilómetros que tiene el coche (310.000) estária falto de facultades. Ya cuando lo compré mi idea era que le faltaría mucho brío por el desgaste y que no podría "apretarle" sin comprometer estabilidad o mecánica, teniendo un coche mas aparente que otra cosa, pero me equivoqué: El muy cabrón rodaba a velocidades altas sin mas problema que los insectos que empezaron a dejar tupido el parabrisas.
Paré a repostar y a limpiar el parabrisas, y volví presto a conduc... a pilotar camino de Madrid. Las largas rectas de La Mancha me mostraron en el velocímetro cifras que, con sinceridad: no esperaba ver.
Llegué a las cercanías de Madrid a "fuego". El tráfico se fué haciendo mas denso y mi buen juicio volvió para llevarme de nuevo por la senda de los conductores responsables. En la M-50 y después en la A-6 el tráfico era fluído pero denso, y no daba pié a grandes alardes, asi que al llegar a Guadarrama se me planteó la duda: ¿Tunel o puerto?... Y ganó el puerto.
Wow! Los km recorridos estaban haciendo efecto en mis dormidos conocimientos de conducción, despertando los reflejos y las técnicas que no usaba desde hacía años. Nunca crucé el puerto tan rápido, tanto porque no pillé ningún camión, como porque iba con una máquina que desplegaba una seguridad en las curvas pasmosa. Yo que antes veía los radares de ese tramo y me reía al pensar: ¿Pero quien va a correr por aqui tanto como para no ver el radar?. Ahora entiendo mucho mas...
El resto del viaje ya lo hice mas relajado. El cansancio producido por la concentración empezó a hacer mella, y no tenía necesidad de llegar a una hora determinada, asi que me dediqué a disfrutar de la ruta con la satisfacción de encontrarme a los mandos de un pequeño dragón que, aunque viejo, todavía sabe echar fuego por la boca y volar sobre la tierra como hace dos décadas.
Ahora lo tengo durmiendo (como todos, supongo) en este "reposo del guerrero". Tiempo habrá de "volver a la carretera, en busca de aventuras"