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Nicola Romeo

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Instalar el monstruoso V8 HEMI Hellcat de 707 CV en un Dodge Charger de 1968 es una gran idea [vídeo]

Sergio Álvarez ( @sergioalvarez88 ) el 28 de septiembre de 2015

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De vez en cuando nos encontramos con auténticas genialidades en Internet. Una de las más interesantes que he visto últimamente se trata de esta locura de swap. Pero pongámonos en antecedentes. Roadkill es una serie online sobre motor, realizada por Motor Trend y patrocinada por Dodge. Entre otras lindezas, nos han regalado uno de los burnouts más yankees de la historia. Su última locura es un Dodge Charger del año 1968 que rescataron de un desguace, al que ahora han instalado un propulsor HEMI V8 Hellcat… con 707 CV.

El nombre que han adjudicado a su viejo Charger es “Gene

Al parecer, Dodge iba a desguazar un Charger Hellcat – por motivos que ignoramos – y los chicos de Roadkill decidieron aprovechar todos los componentes posibles. El motor fue directo a la bahía del viejo Charger, que hasta entonces montaba un gigantesco V8 big-block extraído de una autocaravana antigua. Junto al motor, la transmisión automática de ocho relaciones y toda la electrónica del Hellcat. Incluso han montado en el desvencijado interior del viejo Charger su instrumentación TFT y su volante.

El resultado del swap es una auténtica locura, hasta el punto de llegar a desafiar a Gas Monkey Garage en un duelo de drag racing en una pista improvisada en un parking… que no les dejaron retransmitir por derechos televisivos. El plan de los chicos de Roadkill es hacer varios roadtrips con esta bestia – que puede pasar sin problema las ITV estadounidenses, ojo al dato – e incluso volver a acudir a una escuela de rallye. Os conminamos a dedicar 20 minutos a ver el fantástico vídeo que han preparado los chicos de Roadkill.

 
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Cadillac Eldorado Convertible

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http://www.cosasdecoches.com/prueba-cadillac-eldorado-cabriolet-1971/


Salud 8)
 

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Classic Recreations Shelby GT500CR: un Mustang del 67 modernizado con 780 CV

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17 Julio 2016



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JAVIER ÁLVAREZ
@J_Alvarez_MP

Aunque hace tiempo que no hablamos de Classic Recreations, lo cierto es que la compañía de Oklahoma especializada en restauraciones de clásicos sigue haciendo de las suyas y, de hecho, su última creación es un Shelby Mustang de 1967 que denominan GT500CR 900S y que luce un color CR Blurple, morado con franjas blancas, elegido por el jeque árabe que lo ha encargado.

Tomando como base un viejo Ford Mustang abandonado, el especialista americano -que produce entre 25 y 28 coches anualmente- ha trabajado durante catorce meses para convertir el vehículo en un coche moderno baso esa piel de Mustang del 67, gracias a un montón de piezas nuevas. "En cuanto a estado se refiere, estaba en nuestro desguace, aunque prefiero trabajar con el peor coche posible", afirma Jason Engel, dueño de CR.

Bajo el capó del GT500CR 900S se esconde un 7.0 litros V8 de Ford Performance, sobrealimentado por compresor, con una potencia de unos 780 CV. Toda esta fuerza bruta se transmite a un eje trasero de 9 pulgadas mediante un eje de transmisión de carbono. La suspensión incluye amortiguadores coilover QA1 delante y Varishock detrás, el equipo de frenos cuenta con pinzas Wilwood de seis pistones y las llantas de 18 pulgadas calzan gomas BFGoodrich Rival.

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El habitáculo, cuya restauración también es una de las señas de identidad de Classic Recreations, en este caso se ha hecho a medida para el cliente, con asientos específicos montados más bajos de lo normal y con arneses. Un bordado con el escudo de la familia del jeque en el reposabrazos central, volante con aro de madera, pedalera Shelby, alfombrillas específicas, placa especial con la firma de Carroll Shelby, nuevos relojes de instrumentos o un sistema de audio JCV, son algunas de las novedades.

Según la marca de Oklahoma, el GT500CR 900S base empieza en 219.000 dólares, antes de ninguna personalización, aunque éste en concreto ha costado a su cliente 234.000 dólares, es decir, unos 212.000 euros al cambio.

Classic Recreations Shelby GT500CR

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Trump Golden Series, o cómo Donald Trump consiguió que Cadillac le construyera una limusina por la cara

Sergio Álvarez ( @sergioalvarez88 ) el 20 de enero de 2017

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A finales de los años 80, en Nueva York, el dinero aún se movía tan fluidamente como la cocaína. Aunque una gran recesión asomaba las orejas, era una época de esplendor para un joven y ambicioso Donald Trump – hoy, lo queramos o no, presidente de los Estados Unidos. Como quizá sepáis, el señor del peinado simpático ha usado su nombre en diferentes negocios – casi todos fracasados – como marca comercial. La primera vez que el magnate puso su nombre a un producto fue en el lejano año 1988. Esta es la historia de la Trump Golden Series, o cómo Trump engañó a Cadillac para que le fabricase una limusina a su gusto.

Trump Car. Las ambiciones automovilísticas de Donald Trump comenzaron por una opulenta limusina Cadillac.

En 1986, Donald Trump y John Staluppi estaban juntos en Miami. Trump propuso a su amigo – cuyas conexiones con la mafia italiana han sido demostradas en varias ocasiones – que usara sus conexiones con Cadillac para construir la limusina más lujosa que el mundo hubiera visto hasta entonces. Staluppi era el dueño de Dillinger Coach Works, una empresa de carrozados, conectado con General Motors y el mundo del automóvil. Cadillac pensó que sería una buena idea lanzar una serie de limusinas con el branding de Donald Trump.

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O al menos, eso es lo que dice el propio Donald Trump en su libro “The Art of the Deal”. Según el magnate, su nombre evocaba riqueza y opulencia, y “Trump Golden Series” quedaba francamente bien como nombre de una lujosa limusina. Cadillac ganaba imagen de marca y el magnate podía construir una limusina a su gusto. La realidad era algo menos glamourosa. Cadillac se comprometió a construir esta limusina porque Trump tenía intención de comprar 50 unidades, para transportar VIPs entre sus casinos neoyorquinos y Atlantic City.

Su precio de mercado era de unos 80.000 dólares. Hoy estaríamos hablando de al menos 160.000 dólares.

En cualquier caso, volvamos a 1986. Cadillac, John Staluppi y Donald Trump se pusieron manos a la obra con el diseño de las limusinas. Estaban basadas en los Cadillac Fleetwood Brougham, la base de la mayor parte de limusinas vendidas en la época en EE.UU. Además de su sección central alargada, Trump pidió que se elevara ligeramente el techo, en busca de más espacio vertical. Como podéis imaginar, el gusto por el oro y el lujo de Trump quedó convenientemente plasmado tanto en el interior como el exterior de la limusinas.

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Por fuera, hacían gala de una nueva calandra cromada y unos emblemas específicos, con el escudo de armas de Donald Trump. Ante todo, que el nombre estuviera bien visible. El verdadero lujo estaba dentro, donde además de los asientos de cuero negro, había mobiliario de cerezo, un mueble-bar cargado de los mejores licores (llamado Perm-a-Pub), teléfonos móviles NEC, fax, televisiones con VHS, nevera e incluso una máquina trituradora de papel. Por si había que desprenderse de documentos confidenciales por el camino.

Detalles dorados, madera, televisiones con VHS… y todo el “glamour” kitsch de la época.

Las Trump Golden Series eran las versiones más opulentas de esta limusina, pero hubo una segunda versión llamada Executive Series, algo menos lujosa. Según artículos de la época, el coste de estas lujosas limusinas era de unos 80.000 dólares, en dinero actual estaríamos hablando de más de 160.000 dólares. Dos unidades fueron presentadas en el Limousine and Chauffeur Show de 1988, en Atlantic City (Nueva Jersey) – sí, llegó a haber un salón de limusinas a finales de los años 80, en la “Las Vegas” de la costa este.

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Aunque la recepción de crítica y público fue buena, Trump finalmente canceló el pedido de 50 limusinas. Sólo compró una unidad, hecha a medida para él, que regaló a su padre. Trump alegó que la economía no estaba en su mejor momento. Como muestra de buena fe de Cadillac ante su pedido inicial – el millonario se llevó por la cara un Allanté, entonces el cabrio más interesante de la marca. ¿Fue todo una jugada maestra de Trump? ¿”Engañó” a Cadillac, para que sufragara los costes de desarrollo de su limusina?

Trump sólo compró una unidad, y además pagó el precio de mercado por ella. Ni un sólo dólar más.

La empresa de su amigo Staluppi también se llevó dinero, que recibió de Cadillac por equipar y rematar las limusinas. Trump quería vender estas limusinas a centenares por Estados Unidos, pero sólo un par de unidades fueron fabricadas. ¿Otro negocio fallido más de Trump? Décadas después, el único ejemplar cuyo paradero es conocido terminaría en manos de un coleccionista inglés de coches. Fue vendida tras la bancarrota de Trump en 1991, y por carambolas del destino, acabó en manos privadas en Reino Unido, donde fue subastada el año pasado.

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Fuente: Autoweek | Jalopnik
 

Nicola Romeo

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Vuelve Checker pero sin taxis. Así pintó de amarillo las calles de Nueva York durante décadas

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hace 4 horas



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Victoria Fuentes
@viky_fu3ntes

La inconfundible firma que dio forma a los taxis neoyorquinos de los años 20 y 30 va a resurgir de sus cenizas próximamente. A través de un comunicado, Checker ha anunciado que comenzará con la producción de nuevos modelos en 2018. Y no serán el clásico taxi de cuatro puertas conocido a nivel mundial, sino algo más inusual.

La renacida firma de Michigan tiene previsto lanzar una pick-up al estilo de las antiguas Chevrolet El Camino y una limusina de 6 puertas que hace que nos traslademos a los nostálgicos principios del siglo XX, durante el cual se podían ver por las calles de la Gran Manzana mucho más que pequeños híbridos.

Renovación sin perder el ADN

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Desde que terminara la producción en 1982, no habíamos tenido noticias notables de la empresa de Massachusetts, exceptuando algunos adelantos de proyectos en 2015 de una pick-up deportiva y un sedán pick-up. Ahora sabemos que el año que viene planean reinventarse a lo grande con una limusina de 6 puertas y capacidad para 12 pasajeros. También quieren revivir con nuevos kits de actualizaciones los Checkers que ya existen.

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Los nuevos modelos usarán motores Chevrolet V8 similares a los usados en las pick-ups Silverado y la SUV Tahoe o motores V6 diésel de la misma marca. Manteniendo su esencia, la gran mayoría de la carrocería será intercambiable con los Checker del pasado.



"Queremos ofrecer algo que traiga recuerdos y que a la vez cumpla un propósito. La gente quiere algo único, y si además podemos cubrir esa necesidad, entonces ahí radica nuestro objetivo", ha declarado Corantino.



Los nuevos Checker serán producidos en Estados Unidos, y según declaraciones del director de la empresa, Steve Contarino, no automatizarán ningún proceso o componente que pueda ser hecho a mano. Esto supone un alivio ante la implantación de robots en los procesos de fabricación de vehículos, después de que Elon Musk quiera tomar el camino opuesto en sus fábricas y reducir drásticamente la mano de obra humana.

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Será la primera vez que Checker fabrique pick-up.

Lo único que de momento frena el comienzo de la producción de prototipos es el visto bueno de la National Highway Traffic Safety Administration (NHTSA), en cuanto a la regulación de las réplicas de automóviles de tiradas cortas como es el caso. El precio de estos modelos aún no se ha especificado, pero oscila entre los 40.000 y 50.000 dólares, dependiendo de las regulaciones de la NHTSA.

Sabemos que las réplicas de modelos clásicos cuya producción es inferior a 1000 unidades al año no están sujetos a las normas de seguridad generales en Europa (en Estados Unidos este segmento está exento hasta de los test de choque) y las normas de emisión.

El aterrizaje de Checker en la Nueva York de 1922

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Probablemente hayas visto, sin darte cuenta, un Checker en la gran pantalla en varias ocasiones. Las más memorables quizá en Taxi Driver con un inestable Robert De Niro al volante del modelo Marathon o en Desayuno con Diamantes, llevando a Audrey Hepburn en uno de sus melancólicos días.

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La historia de los orígenes de Checker no gustaría al nuevo inquilino de la Casa Blanca. Fue Morris Markin (1893-1970), un emigrante ruso nacido en Smolensk que llegó a Estados Unidos en 1912 el que hizo realidad una idea que se convertiriría en icono. Con tan solo 19 años y sin hablar una palabra de inglés, supo analizar la situación que imperaba en las calles de la Gran Manzana y sacar provecho.

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Durante los años 20 eran Ford y General Motors los que copaban la flota de taxis de Nueva York. El libre albedrío que vivía el gremio se traducía en precios abusivos, trato de favor a las fábricas y la aparición de mafias. Fue entonces cuando Markin se dio cuenta de lo que supondría cubrir esas necesidades, y en 1922 creó la Checker Cab Manufacturing Company, con sede en Kalamazoo, Michigan. Esta empresa fue fruto de la fusión de la Commonwealth Motors y de Markin Automobile Body, negocio que ya poseía Markin.

La amplitud de sus interiores y un supuesto idilio con la mafia

La nueva compañía solucionaba así otro de los principales problemas de la época: la falta de suministro de recambios. Fabricó taxis con el chillón color amarillo (para diferenciarlos y llamar la atención) y la franja ajedrezada lateral, y en cuestión de cinco años se adueñaron de las calles neoyorquinas.

Hay informaciones que apuntan a que el diseño del los Checkers hizo que el fabricante destacara en el mercado gracias a la ley seca que imperó en Estados Unidos entre 1920 y 1933. Al parecer, la amplitud de los interiores, en los que cabían hasta nueve pasajeros (y carritos de bebés) y los altos techos (para que los caballeros no tuvieran que quitarse el sombrero) hacían que los gángsters de la época los eligieran para el contrabando de barriles de alcohol.

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Diseño del interior de la futura limusina Checker.

En 1923 comenzó la producción de station wagon y automóviles y en 1929 compró la Yellow Cab Company a John Hertz. Los 2 modelos producidos de las series Superba y Marathon fueron equipados al principio con motores Continental y luego con motores Chevrolet de 6 cilindros en línea y 8 en V de diversas cilindradas.

El fin de una era

Los estándares de control de emisiones que impone el gobierno norteamericano en los 70 suponen un duro varapalo para una marca independiente como Checker. Debido a la falta de presupuesto para investigación y desarrollo, comienza a producirse un descenso en la calidad del producto. Otro de los obstáculos que no pudo superar fueron los competitivos precios de los nuevos fabricantes.

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En 1981 comienzan las pérdidas, y en 1982 la empresa cierra, pero sigue fabricando puertas y carrocerías para Ford, Chrysler y General Motors. El 26 de julio de 1999 el último taxi de la marca fue retirado de las calles. No cumplía los requisitos medioambientales, claro. Pero esta mítica firma no ha caído nunca en el olvido.

Por si no lo sabías, existe todo un movimiento de culto en torno a este icono neoyorquino. Por poner un ejemplo, el protagonista de esta pieza de Bloomerg se ha hecho famoso por dedicarse a restaurar y buscar piezas de la marca por todo el mundo para que no desaparezca. Además tiene la mayor colección de coches Checker del mundo

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=hYhMNGiK-Kw[/youtube]​

Vía | Hemmings Daily
Foto | Checker Motor Cars | Checker Car Club
 

Nicola Romeo

Deidad Alfista
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Bo Zolland ataca de nuevo, le toca a la Chevrolet C10

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10 Octubre 2016



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IVÁN SOLERA
@ivan_solera


Las modificaciones sobre vehículos clásicos están a la orden del día y una de las corrientes existentes es mezclar el clasicismo del modelo a tratar con piezas modernas, como sucede en el caso de esta pick-up. Una Chevrolet C10 del año 1969 con una imagen muy actual pese a sus más de 45 años.

Como siempre para gustos los colores y en esto de los clásicos lógicamente hay quien odia las preparaciones, quien las prefiere de época y quien no rechaza una actualización de este tipo. La verdad es que para modernizar un coche hay que tener las cosas claras y también es cierto que los coches americanos se prestan más a ello que los europeos.

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Bo Zolland nos presenta estos diseños para tunear la C10 del 69 donde tira al suelo la carrocería e incluye modificaciones discretas, como el paragolpes delantero integrado o el spoiler trasero que arranca desde la cabina. Por supuesto no podían faltar unas llantas enormes y una atractiva pintura. Dentro de los diferentes colores, Zolland propone decoraciones más llamativas con vinilos para darle un toque más deportivo o llamativo en el caso de querer anunciar nuestro negocio en la camioneta.

Chevrolet C10 by Zolland Design

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Nicola Romeo

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¿Presumiendo de pantalla táctil? ¡Pero si eso ya lo llevaba el Buick Riviera de 1986!

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23 Octubre 2016



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JOSEP CAMÓS
@josepcamos


Aunque parezca extraño, hace como 30 años que el Buick Riviera se presentó en Estados Unidos con el Graphic Control Center, un invento que evocaba tanta modernidad como todo lo tecnológico por aquella época ya lejana. Con el siglo XXI a la vuelta de la esquina, el año 2000 se nos vendía como una insólita frontera que estábamos a punto de cruzar, para llegar de repente al futuro.

Y un ejemplo de aquel paso al futuro lo componía el salpicadero del Buick Riviera, un paredón terriblemente vertical en el que destacaban el panel de instrumentos digital y la asombrosa pantalla táctil de la consola, que parecía un monitor monocromo de ordenador, pero que daba de sí mucho más.

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La Historia del Buick Riviera es tan extensa que podría llenar una enorme entrada de la Wikipedia como esta. Nacido en 1963 con guiños en su denominación al Buick Roadmaster Riviera de 1949 y al Buick Electra 225 Riviera de 1959, el Buick Riviera había sido concebido como sedán de lujo, posicionado por General Motors para competir con el Ford Thunderbird.

Así, no debe extrañar que, generación tras generación, el Riviera incorporara lo bueno y mejor de General Motors, en un intento de demostrar hasta dónde podían llegar los avances del coloso automovilístico. Y en 1986, la octava generación del Buick Riviera realmente dio una sonora campanada al presentar ante el mundo la primera pantalla táctil a bordo de un vehículo, para controlar sus funciones.

"Un coche para disfrutar"

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En la pantalla de fósforo verde de 9 pulgadas se accedía a los menús que se seleccionaban con seis botones que tenía a su alrededor: aire acondicionado, radio, panel de información, ordenador de viaje y diagnóstico del vehículo.

Así lo explicaba Buick en un catálogo de la época:

Desde su concepción, hubo una importante meta que el nuevo Riviera tenía que conseguir. Tenía que ser un coche para disfrutar, más incluso que en un sentido tradicional. Ciertamente, tendría un manejo fiel, prestaciones enérgicas y asientos que permitieran viajar largas distancias, pero habría algo completamente nuevo, algo inesperado que crearía una comunicación entre el coche y el conductor que nunca antes había sido posible.

El Graphic Control Center (GCC) crea esa relación. Su tubo de rayos catódicos sensibles al tacto aportan al conductor la información más importante, y control de más funciones que cualquier instrumento individual o cualquier grupo de instrumentos nunca montados en un Buick. De hecho, llevaría cerca de 100 pulsadores hacer el trabajo de esta pantalla única. Y gracias a esta única interacción entre el Graphic Control Center, el conductor del Riviera se encontrará a sí mismo en una íntima harmonía con su automóvil.


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Anuncio publicitario del Buick Riviera 1990.

Tocando el borde de la pantalla se accede a las principales funciones mostradas como ilustraciones. Tocando las imágenes de la pantalla se controla el aire acondicionado, un monitor de viaje de ocho funciones, y el sistema de sonido AM-FM que puede incluir un ecualizador gráfico. Al tocar la pantalla podrá acceder a la información de diagnosis, una pantalla de calibrado o a un resumen de varias funciones clave.

Los faros, el control de crucero, los limpiaparabrisas y lavaparabrisas, el antiniebla trasero y otras funciones habituales se controlan por unos botones de tacto suave dispuestos a cada lado del panel de instrumentos digital.

Por todos los criterios tradicionales, el Riviera es definitivamente un coche para disfrutar. Unos minutos al volante se lo confirmarán. Y con el Graphic Control Center, la expresión "coche para disfrutar" cobra un nuevo significado.


A continuación podemos ver aquel invento, en la piel de un Buick Reatta de 1989:

[youtube]http://www.youtube.com/watch?v=cFeTZGKkxwY[/youtube]​

Poco después desaparecería del mapa el Graphic Control Center. Entonces la clientela no lo veía práctico, y la idea quedó aparcada hasta un momento más propicio. Por ejemplo, cuando los consumidores se hubieran acostumbrado a utilizar pantallas táctiles en los dispositivos móviles y de esta manera no notasen tan extraño eso de navegar con los dedos por las funciones de un automóvil.
 

Doctor Hackenbush

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De vez en cuando conviene rescatar los temas más vistos de cada subforo para que no se vean relegados a la trastienda por la proliferación de mensajes más o menos banales. ;)


Me gustan más por lo general los coupés de tres volúmenes, pero este fastback es precioso.

FORD Mustang GT 428 Cobra Jet (1969)

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Doctor Hackenbush dijo:
De vez en cuando conviene rescatar los temas más vistos de cada subforo para que no se vean relegados a la trastienda por la proliferación de mensajes más o menos banales. ;)


Me gustan más por lo general los coupés de tres volúmenes, pero este fastback es precioso.

FORD Mustang GT 428 Cobra Jet (1969)

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Hace poco salió un articulo donde se supone encontraron uno de los Mustang Fastback del 68 que se usaron en la pelicula de Bullit de Steve Mc Queen. Precisamente en Mexico en manos de un coleccionista privado.


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Doctor Hackenbush

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Para fetichistas adinerados (173.000 €). ;D


FORD Mustang Shelby GT 350 (1967)

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A ver si os Gusta!

Chevrolet Montecarlo de 1984. Cambio manual de 4 marchas. Motor V8 5.7 Litros

Esta supuestamente restaurado lo iré a ver mas tarde y ya os cuento que igual lo compro el precio no llega a los 7 mil euros.
El coche esta en Mexico.

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