La historia mía comienza con un Giulia Veloce, Rosso Alfa y alerón del QV aparcado en el parking del Centro Comercial Sambil. Eso allá por 2017 que yo aún iba con mi viejo Laguna 1.6 110cv del 2001, coche más longevo de la familia.
Decir que me quedé embobado con aquel Giulia es poco. Mi novia, alfista de pura cepa, durante todo el trayecto a casa iba buscándome información del coche y leyéndome las especificaciones del Quadrifoglio, que se me caían los cojones al suelo.
Por aquel entonces se me iba de precio, así que fui a un Focus 1.5 turbogasolina 150cv y por problemas de motor (Ecoboost) lo vendí en 2018 con un año, al tiempo que a la vez coqueteaba con un Giulietta QV manual, que muy a mi pesar me quitaron de las manos por lentorro. Mi Focus era éste:
Ahorré un poquillo más y durante la campaña de descuentos del Salón del Automóvil de Madrid, conseguí una preciosa unidad de Giulia Executive gasolina y en Azul Montecarlo que hoy es mi niño mimado.
Pasado y presente de mi vida con la gasolina por bandera.
Por todo ello y por esa innata atracción por la gasolina desde niño, por las líneas de estas obras de arte que son los Alfa Romeo, por las sensaciones al trazar, al subir de vueltas, al ir en modo Dynamic, por todo el Cuore Sportivo... Ese placer de conducción y esa unión hombre-máquina... no había experimentado algo así nunca con ninguno de los coches (y he llevado decenas por placer y por negocios) que han pasado por mis manos.
Por tanta emoción, soy y seré siempre alfista.
Salud y CUORE.